La mentoría, entrenamiento o coaching viene siendo desde la antigüedad una figura imprescindible en las más altas esferas. El oficio de «preceptor» era uno de los oficios más reconocidos entre las clases altas y la nobleza. Es bien sabido que reyes y sultanes se rodeaban de sabios y figuras de conocimiento para la educación de sus sucesores. ¿Quién no recuerda a Aristóteles como mentor de Alejandro Magno o a Ramón Llul como tutor de Jaime III de Macedonia hijo de Jaime I de Aragón?.

Muchos grandes filósofos, clérigos, poetas y eruditos, se ganaban la vida trabajando como «entrenadores de vida» para las familias de la burguesía y realeza. Los preceptores han estado y están presentes en la sociedad desde los mas remotos tiempos, se dedican a ayudar a sus pupilos, basándose en su experiencia y estudios de filosofía, retórica, metafísica y otras ciencias, a manejarse correctamente en la vida y desempeñar adecuadamente las funciones que les tocaba cumplir en la sociedad en la que se desenvolvían, ya fuesen reyes, príncipes, condes, consejeros o miembros comunes de la comunidad, demandaban los servicios de un profesional para que les asesorase y formase.