Un pájaro vivía en una jaula creyendo que batir sus alas era muestra de libertad. Todas las mañanas se acicalaba y miraba orgulloso en el reflejo del pequeño bebedero. Una mañana, como de costumbre, después de aclarase, batir sus alas y empezar a cantar, apareció como por arte de magia un ave de inigualables colores que se posó fuera de la jaula. Discretamente comenzó a acercarse, a moverse con dulzura y a mirar de reojo a nuestro prisionero, más con mucho tacto aguantó el momento en el que aproximarse para hablar con él.
– “Buenos días querido amigo, ¿qué se siente al estar ahí dentro?-“
A lo que nuestro protagonista contestó:
– “Llevo mucho tiempo siendo el único que realmente dice y hace lo que quiere en éste lugar, me dan de comer y beber, y puedo estirar mis alas libremente, es más, si te fijas bien, estos barrotes fueron exclusivamente hechos para mí, y son de oro”.
– El visitante, perplejo, asintió con su cabeza en señal de comprensión y dijo:
– “Veo que llevas mucho tiempo creyendo ser libre, y eso te ha hecho confundir la realidad, pues creer mover las alas, dista mucho de lo que es volar, pues, ¿acaso has visto alguna vez un amanecer?”
Nuestro protagonista se sintió confuso, miró a los ojos al visitante, y le dijo: -“¿un amanecer, qué es eso?”
– “Un amanecer es el comienzo de todo, donde nacen las nuevas oportunidades y los vientos nos llevan hasta donde podamos imaginar, y más allá, el silencio es su sonido y el color del fuego su señal, cuando brota el amanecer solo volar es lo que nos queda, abrir las alas y cantar al sol”- aportó el visitante.
Nuestro amigo estaba atónito, no podía creer lo que estaba oyendo y sintiendo, cómo podía haber algo así si él llevaba toda su vida creyendo que esa jaula era el universo entero!
Así que se armó de valor y le preguntó a su nuevo amigo…
-“¿entonces, todo esto que llevo creyendo que es mi casa, mi reino, mi universo… toda mi realidad, qué es lo que es?
– “Llevas muchos años chapoteando en esa vasija medio rota, lo que has creído que es volar dista mucho de surcar los cielos… naciste ahí, y creciste ahí, mas ahora se te da la oportunidad de cruzar esos barrotes que has construido para realmente probar lo que es volar”.
En ese preciso instante en el que el pájaro enjaulado se planteó la posibilidad de que todo fuera una ilusión desaparecieron los barrotes de la jaula como por arte de magia y el visitante de lejos echó a volar, ahora la decisión estaba en manos de nuestro amigo… o se lanzaba a volar y abría sus alas para cruzar los océanos, o se quedaba en su jaula de oro ficticia creyendo ser libre.