Desde bien pequeños nos enseñan a pensar de una manera determinada, nos dicen lo que está bien y lo que está mal, qué sentir, qué hacer o qué decir. Nos preparan para obtener una serie de logros absurdos que de poco nos van a servir, ya desde una temprana edad vemos a nuestros padres o figuras responsables luchando por una ilusoria supervivencia, y digo ilusoria porque… ¿quién no ha creído en alguna ocasión que tenia algún bien o estabilidad económica, o emocional, asegurada y del día a la noche le ha cambiado todo?.
El proceso de las personas, cuando hablamos de crecimiento, es muy curioso. Nos vamos desarrollando desde pequeños y comenzamos a crear una estructura de pensamiento abstracto para defender lo que entendemos por verdad. Me explico, si a mi desde pequeño me han educado diciéndome que tengo que estudiar una carrera para ser alguien en la vida y el día de mañana tener un futuro asegurado… bingo!… ¿qué creéis que va a buscar mi mente subconsciente a toda costa?. Si yo crezco viendo a mis padres esforzándose diligentemente por tener un estatus, un reconocimiento social importante, y que los vecinos nos miren y envidien cada vez que cambiamos de coche o que en el trabajo los suben de cargo…¿ qué creéis que estoy aprendiendo yo con el comportamiento de mis mayores?. Cuando oigo a mi madre hablando por teléfono y sus términos de referencia son los bienes materiales, la imagen, el reconocimiento social…¿qué puedo aprender?. Muchas cosas desde luego, pero un niño pequeño que recibe a diario y constantemente multitud de éstos impactos comienza rápidamente a imitar, a copiar lo que ve, oye y siente a su alrededor, y en consecuencia a construir una firme estructura de creencias y valores muy pobres que formarán una fuerte e ilusoria personalidad. Y créanme, que por ahí pasamos todos, ya que los condicionamientos establecidos en nosotros son tan diversos y variados que las capas de cebolla cada vez son más difíciles de diferenciar.
Desde pequeños somos inocentes, sencillos, puros, vulnerables… Nos asombramos fácilmente con cualquier cosa, somos capaces de quedarnos anonadados con una flor o una mariposa por horas… Pero eso, nos guste o no, se va oscureciendo, se va cubriendo, se va olvidando, se vuelve algo inaccesible, y en parte es normal. ¿Se imaginan haciendo negocios en una reunión de tiburones de Wall Street con tal inocencia y dulzura?.
A medida que crecemos vamos recibiendo unos impactos determinados que nos llevan a creer y a crear más unas cosas que otras. Comienzo a ponerme un traje, a proteger y a recubrir esa inocencia con cada una de las capas de la cebolla. Nuestras relaciones familiares, nuestros amigos, la escuela, etc. A usted le han dicho que ha de creer en algo y se lo ha creído, ha experimentado algo y ha dado por hecho que siempre es así, ha sentido algo y ya ha sentenciado eso como verdad. ¿Qué pensaría si yo le digo ahora que hay una realidad mucho más allá de lo que usted percibe?, ¿qué pensaría si le digo que a través de su capacidad de percibir podría descubrir aspectos inimaginables de usted y de todo lo que le rodea?. ¿Cómo sabe usted qué su percepción del mundo es cierta o más valida que la de otros?. ¿Cómo sabe que eso en lo que vive no es un oasis ilusorio en medio de un desierto?. No responda por favor con términos evidentes del tipo… porque lo se, porque me pellizco y siento dolor, etc, etc. ¿Nunca ha soñado por las noches y ha sentido algún dolor, algún olor característico, ha visto imágenes que cambian de forma o tal vez, descubierto algo en un entorno poco habitual?. Pues que mejor oportunidad que aprovechar todos esto cuestionamientos para avanzar y acercarse a lo que sabe por verdadero, e incluso cuando desconoce la dirección, siempre es bien recibido buscar una mano amiga, un compañero o compañera de viaje que ya conozca el destino y la ruta por la cual transitar. Alguien que nos ayude con las dificultades y nos aliente en los momentos de sequia.
Siempre que surge la necesidad aparece la persona indicada.